Reportajes

Leyendas en Chiloé

Leyendas de una Isla Encantada

En Cucao, como en muchos lugares de la isla grande de Chiloé, la brujería es denominada "el arte" y tratar de obtener información sobre ella es tarea imposible. Todos le temen y rehúyen ya que una ley muy antigua dice que "a quien revele algún secreto se le corta la lengua". Sin embargo, se sabe que los brujos tienen poderes, pueden volar, hacen mil maldades, excepto robar, y es por eso que se dice que siempre van a ser pobres. Y aunque "el arte" se practica en secreto, hay diferentes maneras de descubrir a un brujo como, por ejemplo, ponerse la ropa al revés o colocarse en el ojo una lágrima de perro, animal que es capaz de verlos.

El Trauco

El Trauco

El Trauco era un enano, feo y maloliente que usaba un pequeño sombrero redondo de bambú, ropa del mismo material y usualmente llevaba una hacha, con la cual saltaba de algún árbol y atacaba a sus víctimas, jóvenes niñas de la isla, las cuales ultrajaba y embarazaba.

Este ser mitológico chilote se especializó en seducir mujeres vírgenes, usando sus poderes mágicos para tener sueños eróticos con ellas y las dormía. Al rato, despertaban y se dirigían a su encuentro en el bosque, donde las poseía con sólo mirarlas a los ojos. A pesar de su fealdad, éste era irresistible y las niñas se arrojaban a sus pies. Se debe ser cauteloso y no molestar al Trauco cuando esté ocupado pues quien lo haga será inmediatamente deformado y sentenciado a muerte dentro de doce meses.

La Fiura

La fiura, en tanto, era una pequeña mujer fea que vivía en el bosque cerca de la localidad de Hualdes donde se bañaba en los arroyos y cascadas, que combinaban con su peinado pelo cristalino. Sus principales víctimas eran solteros a los que atraía usando ropa de colores. Cuando el hombre se aproximaba a ella, y al ver tanta maravilla multicolor, se ponía a dormir mientras ella respiraba asquerosamente sobre él para satisfacer sus deseos. Después de esto, el infortunado hombre despertaba y se iba loco. Si éste se resistía a sus encantos, la Fiura lo deformaba convirtiéndolo en una mezcla de hombre y animal, dejándolo irreconocible.

El Caleuche

Un marinero chilote, que residía en Punta Arenas, decidió visitar a sus parientes en Cahuach. Sin embargo, y producto de la bohemia chilota, perdió el barco que lo trasladaría hasta ese lugar, por lo que comenzó a lamentarse. En eso, apareció un marinero, vestido impecablemente, quien le indicó que a las doce de la noche lo esperara en el puerto pues él lo trasladaría.

Ansioso, esperó que pasaran las horas y puntualmente llegó al puerto a la medianoche. En medio de una espesa neblina divisó un pequeño bote guiado que se acercaba rápidamente como si no necesitara remos. El infortunado pasajero subió a la embarcación y fue llevado hasta un gran y hermoso barco con bellas luces multicolores anclado en la bahía.

Al interior de éste había mucha gente, tanto en los pasillos como en el comedor, y, repentinamente, lo invadió un sueño profundo, quedándose dormido. De ahí no supo nada más hasta que despertó, con su maleta y sus ropas intactas, en las playas de Cahuach.

Se comenta en Cucao que frente a la bahía de Quiutil hay una ciudad sumergida, con gente y flotas de Caleuches y en las noches de tormenta salen a la superficie marineros con forma de Millalobos, hermosos lobos de pelaje dorado, que se transformaban en seres normales. Hace muchos años, un lugareño vio una loba joven salir del agua con forma humana y, pese a implorarle clemencia, el hombre le destrozó el cráneo con su escopeta. Sin embargo, esa noche llegó hasta su puerta un oficial naval y tres marinos que iban a buscar el resto de la loba que era la esposa del capitán del Caleuche, y como castigo, le dijeron al lugareño que todos los años irían hasta su casa a buscar a un miembro de su familia. Y así ocurrió hasta que el hombre quedó solo y el mismo oficial se llevó su alma. Sólo unos pocos hablan de este hermoso animal porque existe la promesa de eterna fortuna para el que calle si alguna vez lo ha visto. Tampoco nadie se mira en los pozos y lagunas porque el Millalobo toma la misma fisonomía del que lo hace y se lo puede llevar al fondo del mar.

La Pincoya

En la laguna de Huelde, al norte de Cucao, habitaba la hermosa Pincoya cuyo cuerpo de mujer y cola de pez volvía loco a los hombres. Allí tenía su caverna y se bañaba frente a las rocas que hay cerca de la casa de la familia Millacura. Mediante un suave y profundo silbido, hacía emerger del fondo de las aguas un gigantesco tronco de oro, donde se sentaba y peinaba su hermosa cabellera. Pero un día llegó un elegante ingeniero que se la robó. Muchos han tratado de recuperar el tronco de oro, imitando el suave silbido de la Pincoya, pero nadie lo ha logrado. Varios indígenas chilotes creen que ella provocaba la abundancia de la pesca en aquellos lugares donde habitaba.

Otras Leyendas

Cuentan los lugareños chilotes que hace años, cuando una compañía minera norteamericana hacía estudios de explotación de oro en las playas de Cucao, un gringo bebido se encaramó en los roqueríos envuelto en una sábana blanca y comenzó a pedir balseo, por lo que fue castigado por su burla, ya que al tiempo murió repentinamente de una misteriosa enfermedad. Muchos dicen oír sus gritos desconsolados en noche de tormenta, pidiendo balseo, ahora muy en serio.

También se dice que una vez muerta una persona, su alma necesita pasar al otro lado del mar y para ello, ésta debe subir a la parte más alta de los acantilados y gritar pidiendo balseo hasta la otra orilla, acudiendo al llamado un botero vestido de blanco en una embarcación del mismo color y luego se aleja con su pasajero hacia el más allá, si éste se ha portado bien. De no ser así, su alma queda vagando y llorando cerca de los roqueríos. Muchos dicen haber escuchado lamentos confundidos con el ruido del viento y de las olas.

Para más información visite nuestro reportaje especial sobre la Isla Grande de Chiloé.

 

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