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Humberstone

Ex Oficina Salitrera Santiago Humberstone

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Esta oficina salitrera fue establecida en 1872 por la Peruvian Nitrate Company con el nombre de «La Palma», en conmemoración de la batalla librada en la localidad del mismo nombre, lugar situado a las puertas de Lima. El 5 de Enero de 1855, fecha en que las tropas al mando del Gran Mariscal del Perú don Ramón Castilla y Marquesado derrotaron a las fuerzas del presidente constitucional general don José Rufino Echenique, tomando el primero las riendas del gobierno de su país.

La Palma contaba con 130 estacas y a través de los años pasó por diferentes dueños. Es así como bajo el poder de la Compañía Gibbs sufrió la primera paralización de sus actividades durante el año 1932. Posteriormente es adquirida por la Compañía Salitrera de Tarapacá y Antofagasta (COSATAN), siendo sometida el año 1934 a una reestructuración total, construyéndose el campamento parte del cual ha llegado hasta nuestros días. En esa época fueron edificadas la iglesia, el mercado, el hotel, el teatro, el hospital, la escuela, la piscina y las casas para jefes, empleados y obreros, canchas deportivas, pulpería, áreas verdes, etc. y se le dotó de energía eléctrica y agua potable domiciliarias.

Estas obras modernas fueron inauguradas el 21 de Noviembre de 1934, fecha en,que "La Palma" es rebautizada, pasando a denominarse "Oficina Salitrera Santiago Humberstone" en honor del "Padre del Salitre".

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Esta oficina apagó sus fuegos en Febrero de 1960 por la disolución de la Compañía propietaria. Así, y junto con las oficinas «Santa Laura», «Cala Cala», «Peña Chica», «Kerima» y «Don Guillermo» con las que conforman el «Cantón de Nebraska», fueron puestas en pública subasta en 1961. Todo este grupo de industrias fue adjudicado en la suma de ochocientos veinte mil escudos, moneda de la época.

Las ex oficinas salitreras «Santiago Humberstone» y «Santa Laura» fueron declaradas Monumentos Nacionales por Decreto N'320 de Enero de 1970 del Ministerio de Educación.

Actualmente, la oficina aparece postrada en el abandono más absoluto. Hace años atrás su ex propietario se declaró en quiebra dejando a las oficinas de «Humberstone» y «Santa Laura» bajo la tuición de la Sindicatura de Quiebras de Santiago. El trámite judicial es largo y engorroso y se ha prolongado por bastante tiempo. A su término ambas oficinas nuevamente serán rematadas al mejor postor.

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Con fecha 23 de Noviembre de 1997 se fundó la Corporación Museo del Salitre Humberstone-Santa Laura, que a la fecha está integrada por 1.500 socios, la mayoría ex trabajadores del Cantón de Nebraska y sus familiares. Este organismo cuenta con personalidad jurídica y espera poder adjudicarse en la subasta ambas salitreras. De tener éxito esta gestión se comenzarán de inmediato los trabajos de puesta en valor para convertir estas ruinas en verdaderos museos de sitio. De esta manera se procederá a pintar los edificios, restaurar los más dañados, construir tendidos de energía eléctrica, arborizar la plaza y la avenida Baquedano, señalizar las calles y los principales hitos turísticos, contratar guardias y guías de turismo, habilitar una oficina, baños y sitios de camping.

Esta Corporación no ha perdido tiempo y ya tiene cursada una solicitud a la UNESCO para declarar a las ex oficinas salitreras «Santiago Humberstone» y «Santa Laura» Patrimonios de la Humanidad. Sin duda, las acciones emprendidas tendrán un efecto positivo en la conservación material de la historia del norte chileno.

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Por otro lado, aunque hoy en día esté casi todo destruido igualmente es posible imaginar cómo vivían los hombres y mujeres que habitaron las antiguas oficinas salitreras. Por ejemplo, si traspasamos la barrera que existe frente a los estacionamientos e ingresamos a la ex oficina salitrera «Santiago Humberstone» por la avenida Manuel Baquedano, llamada así en honor al General en Jefe del Ejército de Chile vencedor de la Guerra del Pacífico, lo primero que salta a la vista es una antigua carreta que en su tiempo fue usada para transportar el caliche desde el punto de explotación hasta los molinos contiguos a la máquina procesadora de nitrato. Estos pesados vehículos eran arrastrados por tres mulas.

Si doblamos a la derecha en la siguiente barrera junto al estanque del agua estaremos ingresando a la calle del Mercado. A la entrada de la Plaza nos encontraremos con la Iglesia, construida junto con el pueblo en 1934 por la Orden de los Padres Oblatos de María Inmaculada. A la vera del templo se habilitó el Jardín Infantil «San Mauricio», que fue el primero que se instaló en la Provincia de Iquique. El edificio de la Iglesia, que se encontraba en pésimas condiciones de conservación, fue restaurado completamente el año 1989 con donaciones privadas. La construcción está hecha íntegramente con pino oregón y su línea arquitectónica es moderna.

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Siguiendo por la misma acera nos topamos con la Recova, que ocupa todo el resto de la cuadra. Dando directamente a la plaza, funcionaban los siguientes locales comerciales, en el mismo orden en que vamos avanzando:

Taller Fotográfico de Paulo (después se instaló aquí la farmacia de la oficina) - Tienda y Zapatería de don Humberto Diomedi - Tienda y Paquetería de doña Victoria Bustamante (Doña Tova) - Fuente de Soda y Heladería Saavedra - Tienda de la señora Blanca Varas - Librería de Armando Duarte - Taller de Modas - Tienda y Sombrerería de don Juan Baldassano - Peluquería Japonesa de Manuel Etisidaki.

Si doblamos a la izquierda contorneando la plaza llegamos a la calle Manuel Blanco Encalada, denominada así en recuerdo al héroe de la Independencia y primer presidente de Chile. Nos topamos aquí con un blanco edificio que corresponde al Hotel y Club Social. Cuando la oficina estaba en actividad, el ingreso al local era restringido y sólo podían concurrir los jefes, ejecutivos y empleados del "escritorio", como se denominaba entonces a nuestros actuales oficinistas y administrativos. Al término de la jornada, la persona debía vestirse de punta en blanco, tanto las damas como los varones, luciendo sus mejores trajes para poder ingresar al Club.

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Bajo la administración inglesa las reglas a este respecto eran inflexibles. La primera preocupación de la empresa al contratar a un empleado era vestirlo de pies a cabeza con un traje negro a la medida, camisa de pechera, corbata de lazo, guantes blancos, sombrero hongo y zapatos de charol, amén de un reloj de plata cuya cadena le cruzaba el pecho sobre el elegante chaleco.

Este atuendo debía ser usado todas las noches a la hora de la cena, la que era presidida por el dueño o administrador. Todos los empleados se ubicaban cerca o lejos de éste según fuera la importancia del cargo que servían o de su antigüedad en la empresa.

Un sistema parecido se aplicaba en los bailes sociales. A cada asistente se le entregaba a la entrada una tarjeta con un número: roja para el varón y blanca para la dama. Como los números eran repartidos al azar, nadie sabía hasta el último momento quien iba a ser su pareja en el baile, produciéndose las más variadas, encontradas y a veces hasta divertidas situaciones.

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El amplio salón, muy adornado e iluminado, tenía dos filas de sillas donde se acomodaban a un lado los varones y frente a ellos las mujeres. Al centro se situaba el maestro de ceremonias portando un bastón. En un momento dado daba tres fuertes golpes en el suelo con la punta del bastón a cuyo sonido comenzaba a tocar la orquesta. Entonces todos los bailarines se adelantaban para ubicar a aquella que portara la tarjeta cuyo número coincidiera con el suyo y recién empezaba el baile que solía prolongarse hasta altas horas de la madrugada dentro de un ambiente de respeto que no restaba alegría a la convivencia.

Pero volvamos a nuestro recorrido. Vemos que el local cuenta con dos amplias salas. La de la izquierda corresponde al Salón de Billar, donde los caballeros se entretenían mientras llegaba la hora de comer, sirviéndose exquisitos aperitivos acompañados de aromáticos cigarrillos extranjeros.

Internándonos en el hotel hacia el lado norte descubriremos la cocina, amplio local presidido por una enorme mole de fierro fundido que era la «cocina económica». Sus grandes fuegos, hornos y chimenea nos hacen pensar en la cantidad de platos que se preparaban diariamente para el deleite del paladar de los señores empleados.

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Aquí haremos una breve disgregación para referirnos a la alimentación del trabajador calichero: A temprana hora éste se acercaba a la cantina o rancho donde se servía un suculento desayuno consistente en un gran plato de porotos con mote y un bisté, seguido de un jarro de té o café acompañado por un sandwich de embutido y un tazón de 'cocho' que es una mezcla de harina tostada de trigo con azúcar y agua hirviendo.

A media mañana, en su lugar de trabajo, se servía una colación consistente en emparedados y té. A mediodía venía el almuerzo, es decir, la comida principal. compuesta de tres platos servidos hasta el borde, donde no faltaba la cazuela de vacuno, las legumbres, asados y otros alimentos de alto valor nutritivo, todo coronado por un jarro de huesillos con mote y el inevitable jarro de café. Al oscurecer venía la hora de comida donde se daban raciones muy parecidas a las del almuerzo.

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Quiere decir, entonces, que el trabajador pampino se alimentaba muy bien, en concordancia con la pesada labor que le correspondía hacer, blandiendo mazos de 25 libras bajo el tórrido sol del desierto, para poder cumplir con la cuota de caliche que tenía asignada.

Si seguimos nuestro recorrido por el Hotel podemos ver que más adentro está la Pérgola donde se bailaba los fines de semana y los días festivos. Esta pérgola conserva parte del techo de caña ecuatoriana y la tarima de la orquesta. Aquí llama la atención una pequeña poesía de Andrés Sabella garrapateada en una de las paredes y que se dice es una improvisación escrita de puño y letra por el gran escritor antofagastino, quien falleciera hace algunos años en Iquique mientras asistía al lanzamiento de un libro.

En este lugar se realizó la última reunión social con que se despidió a los jefes y empleados, al término de la cual se colocó un candado simbólico a la entrada de la ex oficina «Santiago Humberstone». Esto sucedió la última noche del año 1960.

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Por otro lado, si nos devolvemos hacia la plaza y frente a la piscina podemos visitar las casas que la Compañía proporcionaba a los obreros casados. Estos disponían de comodidades que sólo se encontraban en las ciudades.

Llegamos a la esquina Sur Oriente de la plaza, donde comienza la calle «Eleuterio Ramírez», llamada así en conmemoración al Coronel Comandante del Regimiento 2do. de Línea, quien encontrara honrosa muerte en la Batalla de Tarapacá, hecho de armas ocurrido el 27 de Noviembre de 1879 durante la guerra contra Perú y Bolivia.

La casa esquina corresponde a la Biblioteca Pública que llenaba las necesidades culturales de la población. En efecto, la biblioteca contaba con más de 5.000 volúmenes que circulaban libremente entre el personal de la oficina, muy aficionado en aquellos tiempos a la lectura.

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Ahora nos enfrentamos al Teatro, bonito edificio construido en la década de los años treinta con madera noble de pino oregón y que aún conserva parte de las butacas de la platea. Todos los años, durante la Semana del Salitre, este teatro es remozado aplicándosela una mano de pintura para cubrir los graffities escritos por turistas que no resisten la tentación de dejar un recuerdo de su paso por estos lugares.

Por este escenario desfilaron célebres artistas nacionales y extranjeros. De Europa acudían directamente las compañías de operetas y zarzuelas. Por su parte, el teatro popular nunca estuvo ausente y aún se recuerdan las obras netamente pampinas presentadas por actores y actrices también salitreros. Entre éstos descollaban los círculos teatrales Los Bohemios, Luis Paoletti, Domingo Gómez Rojas y Alondra y Enrique Báouena, quienes llevaron a las tablas obras tales como «Mocosita» de Armando Moock; «La Rosario», «¡Con Fuego!»; «La Patricia»; «Los Fracasados»; «El Juez de los Incendios» y «El Santo de la Petita», todas del celebrado autor Salvador Rojas Rodríguez y relativas a la vida del trabajador calichero. Las compañías realizaban un teatro ítinerante recorriendo, en un año, todas las oficinas salitreras..

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También este teatro cumplía la función de cinematógrafo, exhibiéndose películas del cine mudo, sonoro, en blanco y negro y, posteriormente, en glorioso technicolor, constituyéndose ésta en la diversión preferida de la familia pampina.

El Teatro Humberstone recibió también la visita de ilustres artistas nacionales como Lucho Córdova formando pareja con Olvido Leguía; Rafael Frontaura, Alejandro Flores, Eugenio Retes, Rolando Caicedo, Anita González, etc. y, en sus últimos años de actividad, fueron aplaudidos cantantes tales como Lucho Gatica, Lucho Barrios, Raúl Show Moreno, Argentino Ledesma, Julio Jaramillo y muchos otros que se animaban a efectuar la travesía desde Santiago hasta acá en antiguas micros del recorrido Matadero-Palma.

Cerrando la plaza se levanta un hermoso edificio blanco con portales que corresponden a la Pulpería. Bajo sus arcadas los trabajadores y sus mujeres podían adquirir todo tipo de mercancías, desde un "terno de ropa", como se denominaba al traje de calle, hasta una aguja, pasando por todo el rubro de menestras, carnicería, panadería. botillería, verdulería, perfumería, etc. Este local suministraba todo lo necesario para la vida del pampino y su familia a precios bajos y descontables por planilla.

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Antiguamente, cuando esta oficina se llamaba «La Palma», los sueldos y salarios no eran cancelados en dinero efectivo, sino que se usaba en su reemplazo las denominadas «Fichas», que eran el circulante obligado. Estas sólo tenían poder adquisitivo dentro de los límites de la oficina, situación que obligaba al trabajador a pagar precios abusivos por los artículos de consumo diario y la Compañía, por su parte, se beneficiaba en todos los frentes.

Actualmente las fichas son piezas raras y el Museo del Salitre de Iquique cuenta con una colección bastante completa de las que corrían en las distintas oficinas de nuestra provincia.

Debemos agregar que el sistema de fichas constituyó el paso más avanzado de la explotación del hombre por el hombre y derivó en las primeras luchas sociales que, a su vez, dieron paso a medidas represivas atroces, como fueron las matanzas de las oficinas ,«Ramírez« Y «La Coruña» y la tristemente célebre "Matanza de la Escuela Santa María de Iquique", ocurrida el 21 de Diciembre de 1907, donde murieron acribillados por personal del Ejército alrededor de dos mil personas entre hombres, mujeres y niños, según los cálculos más conservadores.

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Por el costado norte del Teatro corre la calle Arturo Prat, nombre del héroe máximo de la marina chilena, comandante de la Esmeralda. quien encontrara la muerte al abordar al monitor Huáscar durante el Combate Naval de Iquique. En esta calle se ubica el Hospital que, para su tiempo, contaba con adelantos tales como pabellón de cirugía y maternidad.

Frente al Hospital estaba el edificio que encerraba cuatro viviendas de primer orden. Estas casas las ocupaban el ingeniero de la Máquina, el Director del Hospital, el Jefe de Bienestar y el Director de la Escuela, ubicada en la calle Tarapacá que recibe su nombre por la batalla librada en dicho pueblo.

Seguimos caminando en dirección a la torta de ripios y nos encontrarnos con un edificio de un piso provisto de un largo corredor con balaustrada. Esta es la Casa Administración o Rancho de Empleados, donde se encontraban las habitaciones de los empleados solteros. Para solaz de éstos había una biblioteca, sala de billar, salón de juegos, bar y otras dependencias por el estilo. Cabe hacer notar que ésta es la única construcción que se conserva de los tiempos de La Palma.

La torta de ripios que desde aquí domina el panorama es el acopio de residuos o borras que quedaban después de la elaboración del salitre.

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La importancia de cada oficina depende del tamaño de su torta. Actualmente algunas de éstas, generalmente las más antiguas, están siendo repasadas para retirarles el contenido de yodo mediante plantas de tratamiento modernas.

Hacia el lado Noroeste de la torta se conservan las ruinas de lo que fuera la Máquina, es decir la planta industrial donde el caliche era transformado en Nitrato de Sodio. De hecho todavía se mantiene la alta chimenea aunque sólo humea un día en el año, cuando los pampinos vienen en tren a celebrar el Día del Salitre en la segunda quincena de Noviembre.

 

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