Pampa es un vocablo que viene del quechua y significa “llanura extensa, desértica”. Los hombres y mujeres que habitaron la pampa, se denominaron pampinos.
Trabajadores y Boys Scouts.
Año desconocido.
Propiedad de Silvia Orellana Alfaro.
Gentileza de Corporación Museo del Salitre
Antes de la Guerra del Pacífico, en un Tarapacá aún peruano, este grupo humano se conformó por medio del sistema de reclutamiento denominado el enganche salitrero, que buscó hombres desde los puertos del Callao por el norte hasta Valparaíso por el sur. Así, personas de diversas nacionalidades y origen étnico llegaron a poblar el desierto: aymaras, peruanos, bolivianos, del noreste argentino y chilenos. Todos ellos trajeron consigo sus costumbres y sus diversos idiomas y arrojados al espacio incivilizado del desierto, debieron crear su propio lenguaje y su forma de habitar y trabajar, compartiendo así como una serie de saberes y comportamientos propios, muy ligados a la vida enfrentada a la dureza del desierto.
El pampino es depositario de dos grandes vertientes que le otorgan una identidad única: una venida del obrero, que construyó para sí un discurso educado por las corrientes ideológicas de la época y de la cultura formal. Es un impulso de superación, organización y sentido de clase que se expresa de manera singular e irrepetible en sus discursos emancipatorios y en la especial forma que tomaron sus organizaciones. La otra vertiente de su identidad, es más latinoamericana, la del indígena y el campesino, que se forjó en el trabajo, pero de modo especial con el comercio: El indígena altiplánico diseminó sus productos, sus materias primas y alimentos por las oficinas salitreras, y con ello sus costumbres. Es él quien influyó en la celebración de La Tirana y el colorido inca de la fiesta. Esta riqueza sincrética es la que otorga al pampino su carácter especial.
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